“Aprendemos, enseñamos, conocemos con nuestro cuerpo entero. Con los sentimientos, con las emociones, con los deseos, con los miedos, con las dudas, con la pasión y también con la razón crítica, jamás sólo con ésta última”

Paolo Freire, 1993


domingo, 16 de marzo de 2014

LOS ASIENTOS DEL AUTOBÚS

          El pasado lunes nos llegó información desde casa sobre cuántos asientos tenía un autobús para poder viajar a Huelva y sobre dónde estaban situadas las cocheras para ir a visitarlas. Como nos costaba trabajo hablar de esas indicaciones y hacernos una imagen del recorrido intentamos trasladar esa información al papel y trazar nuestro recorrido hacia las cocheras de Amuedo, que así se llaman los autobuses de Brenes.
 
 
          

         
           Por otro lado, en cuanto el número de asientos, recibimos la información de que podían tener 50, 55 ó 60 y entonces aquí estaba el lío, no nos poníamos de acuerdo en cuál deberíamos coger para que cupiéramos todos. Una de las estrategias que propusieron fue contar toda la lista de invitados para saber cuántos éramos o  bien, al igual que hicimos con el recorrido, intentar llevarlo al papel, dibujar el autobús, que nos supuso hablar de formas, tamaños y medidas. Al final construimos un autobús con sillas de la clase (aquí se volvieron a olvidar de los familiares que habían invitado y sólo fueron poniendo sillas para ellos, para la seño y para Miguel que había faltado), también tuvimos que pensar en cómo estaban dispuestas las sillas, dejamos una libre al principio para el chófer y medimos el autobús, la medida propuesta fue un niño con los brazos estirados, pero como no era suficiente, continuamos hasta llegar al final del autobús, ocho niños necesitamos.
 
 
         

           
          El jueves realizamos la visita a las cocheras de Amuedo llevando nuestro plano para no perdernos en el recorrido y llegamos bien, no nos perdimos, pero si nos dimos cuenta de que no habíamos situado en el plano la gasolinera y el hotel restaurante que hay en la entrada de Brenes. Cuando vimos el autobús lo primero en que nos fijamos fue en lo grande que era, lo medimos igual que con el que hicimos en la clase y, efectivamente, era más grande, porque no medía ocho niños sino dieciséis. Cuando subimos, nos dimos cuenta de la silla que estaba sola para el chófer del autobús, del pasillo que también nosotros habíamos recreado en clase pero nos equivocamos en la disposición de las sillas, había asientos a un lado y a otro como nosotros pusimos, pero esos asientos iban de dos en dos. El siguiente paso hubiera sido contar los asientos como ellos habían propuesto en un primer momento, pero lo que hicieron fue ocuparlos y una vez que todos estuvieron sentados miramos hacia atrás para ver si quedaba sitio libre para los familiares que habíamos invitado y como algunos nos habían acompañado durante el camino, los invitamos a montarse para que nos ayudaran en nuestros cálculos. Todos los que estaban allí subieron pero faltaban aún muchos. Aún así Sandra y Antonio contaron y estimaron que había suficiente para los que habían faltado, así que problema solucionado. El chófer Joaquín, quién nos recibió en la visita, nos llevó de vuelta al cole.
 
         

        
            Al día siguiente, visionando las fotos de la visita a Amuedo, dibujamos entre todos el autobús y asignamos los asientos tal como los habíamos ocupado y después fuimos poniendo nombre de los familiares que faltaron a los asientos que quedaban libres, los fuimos asignados por lista para llevar un orden, pero los padres de Juan José eran los últimos que cabían. Se quedaban fueran aún muchos familiares y su solución era poner más asientos: ¡¡¡Es que dentro del autobús no caben más!! ¡¡Esos son los asientos que hay!! ¿¿Qué hacemos?? Así que el problema no estaba solucionado del todo, hasta que propusieron coger otro autobús para ver si había suficiente, así que en ello estamos


 

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