¡ Hola familias! de nuevo retomamos nuestro blog para continuar contando los procesos que se ponen en marcha en nuestros aprendizajes. Es verdad que durante el mes de enero no hemos escrito nada pero pensamos que para entender mejor esos procesos que son bastante complejos, aunque no lo parezcan, tenemos que conversar mucho entre nosotros, aprender de nuestras interacciones, motivar e incentivar nuestra curiosidad los unos a los otros, establecer acuerdos, tomar decisiones, repensarlas, poner en marcha distintas estrategias, equivocarnos desechando ideas como un camino más para aprender...y se pueden entender mejor cuando las historias están más avanzadas, pudiendo describir mejor cómo se están poniendo en marcha.
Dicho esto, cuando volvimos de vacaciones retomamos ese mural que tenemos en nuestra clase donde se ve reflejada parte de la historia que estamos construyendo, nuestra historia, recordamos cosas que hicimos durante el primer trimestre y vimos en qué punto nos quedamos. Así recordamos los intereses de unos compañeros sobre los cocodrilos, incluso había quién situaba uno en el río Guadalquivir. Les dije que yo sabía de la existencia de un lagarto en la catedral de Sevilla, pero que eso era una leyenda y que el lagarto hoy día es de madera ¡Y se armó la marimorena!
Entonces se abrieron dos caminos, por un lado el cocodrilo del río Guadalquivir parece encontrarse al final del río, que Antonio José con ayuda de su familia nos contó que estaba en Sanlúcar de Barrameda y que eso era una playa. Buscamos ayuda en nuestros hermanos y hermanas mayores que están en el cole y comparando sus edades decidieron que sería mejor preguntar a los de 12 años (Mario y Hermenegildo, hermanos de Estrella y Santiago, y sus compañeros de sexto), los cuales junto con el maestro ángel nos prestaron unos mapas para localizarla.
Por otro lado, querían visitar el lagarto de la catedral de Sevilla, así que decidieron decantarse por éste, porque al ser de madera no podría ser peligroso. Aún así, como algunos no se fiaban y les daba un poco de miedo, preguntaron si podían ir a Sevilla acompañados, así que fuimos elaborando una lista con los familiares a los que querían invitar cada uno de ellos.
Nos interesaba mucho saber qué comían los cocodrilos (porque pensamos que el lagarto de la catedral se parece más a un cocodrilo, lo que nos dio pie a hablar de semejanzas y diferencias) sobre todo por si comen personas, así que fuimos analizando informaciones que iban llegando de casa. En ninguna de ellas ponían que comían personas, pero sí aparecían palabras que no conocíamos y que algunos compañeros y compañeras se ofrecieron a investigar: crustáceos, aves acuáticas y mamíferos.
Gracias a estas informaciones descubrimos muchas cosas curiosas, pero lo que más nos llamó la atención es que nosotros, las personas somos mamíferos, por lo que los cocodrilo sí nos podían comer. Por ello pensamos en trazar planes para evitar que el cocodrilo nos ataque y los plasmamos en papel para que queden constancia de los acuerdos:
PLAN 1: Camuflarnos disfrazándonos de cocodrilo, lo cual ha implicado el diseño del disfraz.
PLAN 2: Cantarle la canción de cocodrilo se metió en la cueva para que se ponga contento.
PLAN 3: Cazar moscas y arañas con una red y dárselas de comer pinchadas en palos.
Esperemos que alguno de esos planes nos sirvan, si no ¡Que Dios nos coja "confesaos"! Je, je, je, je, je.
De todos los planes, al que más empeño estamos poniendo es al del disfraz de cocodrilo. Para ello, en primer lugar hemos pensado materiales, hemos pedido opinión a otros compañeros y compañeras de cómo lo harían ellos, hemos tomado decisiones y estamos elaborando uno que nos sirva como modelo, gracias a Alejandra por ofrecerse desinteresadamente como maniquí, con lo difícil que es estarse quieto. De manera que el disfraz consta:
- Camiseta pintada de verde para la piel, quisimos teñirla pero en el mercadona no había tinte verde y decidimos pintar la camiseta blanca que había traído la seño (servía una verde, pero es que la seño no tenía)
- Cartón de huevos pintado de verde para los pinchos de la espalda, agarrado con un elástico.
- Una cuerda para la cola. Usamos pegamento de barra para pegarla a la camiseta, pero se caía, por lo que Daniela dijo que se podría usar el pegamento fuerte de su padre.
- Una careta de cocodrilo.
De este proceso de diseño y construcción del disfraz, lo que más trabajo nos está costando son las colas del cocodrilo y la careta, que está suponiendo una actividad matemática compleja.
Respecto a las colas, dijimos que las haríamos con cuerda, pero sólo teníamos la que había traído la seño del jamón de su casa. Acordamos que para que nos sirviera de cola nos tenía que arrastrar, así que decidieron probársela y esa cuerda en concreto cumplí esa premisa. Para mí no serví porque como dijo Lola yo era más grande, así que Ángela apuntó que la mía tenía que ser más larga.
¿Cuántas cuerdas necesitamos?
Como estrategia usaron el contaje, pero nos liábamos un poco al contar y decidimos pedir ayuda, surge así la línea numérica que estamos construyendo en clase y que sirve para ver el orden de los números, llegando a concluir que necesitamos 26 curdas porque esas son las personas que estamos en nuestra clase.
Decidimos salir a buscar cuerdas y encontramos una en el patio, pero no era suficiente y Marchena nos proporcionó un rollo entero de cuerda blanca. Santiago dijo que como la del patio era muy larga pues para la seño, me la probé y realmente me arrastraba como habíamos acordado, pero me arrastraba demasiado y al andar se me quedaba enganchada, entonces Ángela estimó por dónde cortarla para solucionar el problema. Enzo dijo que el rollo de cuerda también había que cortarlo para que hubiera más. Fabián cortó un trozo pero era demasiado corto, Lola dijo que para Estrella que era más pequeña, pero cuando se la probó no le arrastraba como habíamos acordado. Recordamos cómo era el tamaño de la cuerda original y Rocío usó esa cuerda como patrón y así fuimos cortándolas todas.
Como véis en todo este proceso no sólo usamos el contaje, sino que también estimamos cantidades, comparamos tamaños y utilizamos una unidad de medida no convencional.
Algo parecido surge cuando decidimos que la careta nos la vamos a poner a modo de diadema como vimos en internet, para no chocarnos cuando vayamos andando por la catedral. Yo les ofrecí un modelo, claro está con la medida de mi cabeza. Todos quieren probarse la diadema, pero a todos les queda grande y comienzan a lanzar sus ideas:
- Antonio José: Es que nuestra cabeza no es de tu tamaño.
- Eneida: Claro, porque nosotros todavía somos pequeños y nuestra cabeza es pequeña.
- Enzo: Necesitamos una del tamaño de nuestra cabeza
Les di una tira de cartulina que yo había usado para construir la mía:
-Santiago: Eso no sirve porque es una raya.
-Lola: Hay que ponerla en forma de círculo como la de la seño.
Al hacer el cículo Gonzalo se ofrece a probársela pero le quedaba pequeña, por lo que deciden pegar otra tira de cartulina con fixo para hacerla más larga. En este caso cuando hicieron el círculo les quedaba grande a todos y todas, incluso a la seño, nos servía más bien de collar. Todos intentaron dar solución para que les quedara bien hasta que Rocio cogió la tira y se la puso en la frente y Ángela y Daniela se la ajustaron metiéndola más hacia adentro, A lo que Santiago añadió que pusiera fixo para que no se soltara. Como veis seguimos poniendo en marcha estrategias para resolver problemas, esta vez usamos como unidad de medida nuestro propio cuerpo.
Por otro lado, como queremos ir a Sevilla estamos manejando un mapa de la ciudad, como otro tipo de texto de uso social. En él hemos localizado la catedral, el río Guadalquiivr y la estación de Santa Justa por si al final decidimos ir en tren.
También tenemos ahora pendiente manejar el plano de la catedral para localizar dónde está la puerta en la que exactamente se encuentra el lagarto.
Y continuamos trabajando, como veis son complejos los procesos que se ponen en marcha en los aprendizajes a los que nos enfrentamos las personas y que yo, como maestro, únicamente entiendo como fruto de las interacciones con los demás, llegando así a un conocimiento compartido.
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