¡Madre mía la que estamos liando para comernos unas aceitunas! y es que las cosas no son tan fáciles como parecen, todo tiene su proceso, y como somos así de curiosos y curiosas nos hemos interesado en ello, queremos saber cómo es, queremos hacerlo, queremos vivenciarlo, manipulando, "pringándonos", oliendo, probando, sintiendo, emocionándonos, en definitiva, viviendo en primera persona nuestro proceso de aprendizaje, como debe de ser.
Todo comenzó cuando Rocío del Carmen trajo una aceituna que su padre le había cogido de un árbol, era un tesoro para nuestra caja, pero resultó que todos y todas querían aceitunas, algunos simplemente para tenerlas, la mayoría para comérselas. Rocío del Carmen nos indicaba en qué árbol la había cogido y María José se ofreció para plasmar en papel el camino a seguir para disponernos a organizar una recogida de aceitunas
Estaba claro que así no podíamos comerlas, incluso yo me ofrecí para darle el primer bocado y describirles el sabor que tenía. Así comenzaron a surgir sus primeras hipótesis, que por supuesto había que llevar a la práctica para comprobar: había que echarlas en agua durante dos días, como dijo Enzo. Después el plazo se amplió a una semana, como añadió Gonzalo, pero las aceitunas seguían sin estar listas, empezaron a ponerse feas, incluso a salirles bichos y olían mal.
La seño Carmen, como una más del grupo, utilizó otro recurso, comparar un bote de aceitunas de las que ya existen en el mercado, preparadas para comer con las que nosotros teníamos en clase y comenzamos a establecer semejanzas y diferencias, oliendo, tocando probando, surgieron comentarios tales como:
- Santiago: El agua es blanca y el líquido de las aceitunas es verde.
- Darío: El líquido de las aceitunas es amarillo.
- Antonio José: El agua no sabe a nada y el líquido de las aceitunas sabe a aceite.
- Ángela: No, sabe a aceitunas.
- Lola: A las aceitunas no hay que echarles agua, hay que echarle líquido de las aceitunas.
Recogimos estas conclusiones y nos formulamos la siguiente pregunta: ¿Cómo se hace el líquido de las aceitunas?
Necesitábamos poner en marcha otras estrategias y quizás llegaba el momento de pedir ayuda va otras voces que entraran en el aula, voces expertas que traen la cultura a nuestra conversación, como fueron la de los abuelos de Lola y Gonzalo. Ellos nos explicaron distintas formas de aliñar las aceitunas, mostrándonos utensilios, técnicas y recetas. Hubo degustación de aceitunas y también de aceite, pues los abuelos nos explicaron que este magnífico ingrediente precisamente sale de las aceitunas.
También en nuestra conversación apareció la voz de José Antonio, otro abuelo amigo de la seño Carmen, que nos regaló 5 kilos de aceitunas y nos ayudó a prepararlas siguiendo las indicaciones de los abuelos expertos que nos visitaron y aportándonos sus ideas y truquillos, que recogimos en un texto para que no se nos olvidaran los pasos a seguir.
Y seguimos en el proceso, anotando plazos en el calendario, asumiendo responsabilidades y, sobre todo, aprendiendo y divirtiéndonos mucho.
A través de esta experiencia y de todas las que vivimos en el aula y comentamos en el blog, se pone de manifiesto que esta manera de entender la educación no es una metodología o enfoque innovador, sino que responde a una necesidad humana, a la idea de que todas las personas aprendemos de la misma manera con independencia de la edad que tengamos:
- Las personas aprendemos cuando estamos cómodas (de ahí la importancia de crear en la clase un clima agradable y de confianza)
- Las personas aprendemos cuando las cosas tienen valor para nuestra vida.
- Las personas aprendemos a través de las interacciones sociales, aprendemos de las historias, con los otros, de los otros y de nosotros mismos. Juntos intentamos compartir la comprensión que cada uno tiene de las cosas.
- Las personas aprendemos haciendo.
- Cada persona tiene un ritmo y estilo diferente de aprendizaje que debe ser respetado.
- Las personas necesitamos comunicar lo aprendido.
- Las personas necesitamos reflexionar sobre lo aprendido.
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