“Aprendemos, enseñamos, conocemos con nuestro cuerpo entero. Con los sentimientos, con las emociones, con los deseos, con los miedos, con las dudas, con la pasión y también con la razón crítica, jamás sólo con ésta última”

Paolo Freire, 1993


jueves, 30 de marzo de 2017

EL AIRE Y LOS GLOBOS

               Esa mañana Carlota tenía su bolsillo cargado con una historia que se llamaba guante globo, un guante de látex que su papá le había llenado y que ella no soltaba para nada. A los compañeros y compañeras les llamó la atención y propusieron que le pusiéramos una cuerda para poder sujetarlo, así se iría para arriba pero no se escaparía, pero Carlota no quería y había que respetar su opinión, entonces propusimos que quién quisiera al día siguiente podía traer un guante globo atado a una cuerda, o en su defecto, un globo. 
                Así que al día siguiente así se fueron presentando en el cole. Gonzalo ya nos avanzaba que él había probado en su casa y que al lanzarlo hacia arriba después siempre se caía para abajo, probaron y comprobaron que era cierto. Otros compañeros contestaron que era porque en la clase no había aire, que teníamos que salir al patio, y así lo hicimos, pero ese día no había mucho aire, por lo que quisimos probar otras estrategias:

- Correr mucho.
- Dar vueltas con el globo.
- Lanzarlo y darle muy fuerte con las manos, o con los pies, o con la cabeza.
- Colgarlos en los árboles, en las farolas y en las barandillas para ver si al día siguiente habían salido volando.

             Cuando volvimos al día siguiente al cole, allí seguían colgados, lo único que conseguimos es que cuando los niños y niñas salieran al patio los cogieran para jugar, lógico.  Rocío Del Carmen concluyó diciendo que el aire de tu boca no servía y María José propuso traer infladores, ofreciéndose voluntaria junto a María y Daniela. Al probar con los infladores ocurría lo mismo pero también había que citar el factor viento, que no era favorable, por lo que comenzamos a buscar maneras de fabricar viento. Darío propuso que con la boca, pero era bastante difícil y Enzo que con el ventilador, con el que conseguimos que los globos volaran por la clase en distintas direcciones pero al final siempre terminaban en el suelo, eso sí conseguimos un efecto que nos provocó mucha risa, y es que algunos globos se colaron por detrás del ventilador y se quedaron pegados formando una flor, casi que nos cargamos al pobre ventilador, jejeje.

            Llegados a este punto María José nos dijo que había investigado y que necesitábamos una bómbola de un aire diferente y que ella intentaría traerlo. Así que en ese momento nos encontramos, a lo que hay que sumar que Santiago aportó un avión de papel que le había dado un niño mayor  y nos dijo que había probado que volaba, por lo que intentaremos hablar con los mayores para que nos enseñen a hacer aviones de papel.



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