No sé si sabéis que hemos tenido un problemilla en los servicios, hemos estado un par de días sin poder utilizarlos y mi sorpresa y la de ellos fue que habían aparecido los tubos de los lavabos cortados. Entonces se armó el revuelo, ¿Quién había sido? ellos decían que los niños y las niñas no podían haber sido porque los tubos están duros y ellos no pueden, entonces yo les dije que los maestros u maestras tampoco habíamos sido, porque ninguno queríamos hacerles a ellos ningún mal, así que todos estuvieron de acuerdo en que había tenido que ser un ladrón y que hay que construir una trampa para atraparlo y que no vuelva a hacerlo más.
Así que durante estas semanas hemos estado liados con esta propuesta, pero no nos está resultando nada fácil. En primer lugar hicimos una lluvia de ideas de cosas que debíamos hacer: consultar un libro de trampas, preguntar al padre de Luca que si sabía de trampas, preguntarle a los niños de la seño Leo que el trimestre pasado estuvieron hablando de esto, pensar qué materiales íbamos a utilizar y elaborar un plan para la trampa. Algunos pensaban que en primer lugar deberíamos determinar cuántas trampas íbamos a construir, Francisco dijo que una en cada puerta, Sandra decía que sólo en las puertas de infantil, Paula decía que también en las de los niños mayores porque ella no quería que entrara en la clase de su hermana y Marcelo entonces dijo que teníamos que contar todas las puertas del cole. Pero Luca nos propuso otra idea, y era que pusiéramos la trampa en la puerta de entrada al cole, así sólo tendríamos que hacer una, a lo que Marcelo respondió que había tres puertas, una grande y dos pequeñas. Salimos a verlas y Ana propuso que teníamos que medirlas para ver cómo de grande tenía que ser la trampa. Cogimos el metro de la clase, pero no nos llegaba con esa medida, así que Paula propuso traer un metro más grande que tenía su padre. Aquí surgió un gran debate, porque nos dimos cuenta de que estábamos llamando metro a dos cosas que eran diferentes, el metro que teníamos en la clase era más corto y el que trajo Paula más largo, el nuestro llegaba hasta 100 y el de Paula hasta un número que no sabemos y que pone 3 y dos ceros. Sandra propuso traer más metros de los de la clase y nos dimos cuenta que el metro de Paula era igual de largo que 3 metros de la clase, así que al nuestro seguiremos llamándolo metro y al de paula tres metros. Salimos a medir y la puerta de en medio medía 117, que lo anotó Adrián, pero no pudimos medir las otras dos puertas porque el tres metro de Paula no llegaba, entonces ella propuso traer otro más largo que tenía su padre, Luca también trajo otro y nos dijo que eso era un 5 metros, porque lo ponía en la pegatina, ponía un 5 y una m de metro. Entonces ya pudimos medir las dos puertas grandes. Las medidas eran 466, 117 y 486, entonces les dije bueno ¿117 qué? Y Luca decía, pues 117 medida y yo insistía ¿pero cómo lo decimos? ¿la puerta mide 117 qué? Entonces Ana nos dijo que su padre le había dicho que esos trocitos eran centímetros, así que al lado de los números teníamos que poner esa palabra que era la medida.
A continuación empezamos a determinar qué materiales nos harían falta para construir la trampa y todos tenían claro que íbamos a utilizar algún elemento que resbalara para que una vez que el ladrón estuviera en el suelo le cayera encima una red y fuera atrapado. Entonces fueron nombrando elementos que pensaban que resbalaban y se fueron responsabilizando de traer alguno para que, como dijo Sandra, probáramos cuál era el que más resbalaba: fregasuelos, agua, aceite, hielo, mantequilla, cascara de plátano, hojas de árboles, canicas, azulejos... Fueron por grupos tocando los materiales, pero Lola dijo que para saber si resbalaba había que mojar los dedos y deslizarlos. Una vez manipulados los materiales, no se ponían de acuerdo en cuál era el que resbalaba más, entonces hice las pregunta al contrario para ir descartando y pregunté que qué pasaba con las hojas de los árboles, la mayoría decían que las hojas no resbalaban, a lo que Antonio contestó que sí, que él un día pisó hojas y se resbaló. Saray, dándole la razón a Antonio dijo que para comprobar tendríamos que pisar las cosas para ver si nos caíamos y, por supuesto, había que usar los calcetines zapatillas que había traído la seño. Algunos no estaban muy decididos a caerse, otros más lanzados querían probar a caerse con todos (yo les dije que les daría la mano). Y así concluyeron que lo que más resbalaba era el hielo derretido, si no que se lo pregunten a Ana, que menos mal que le di la mano.
Ahora vamos a empezar a construir la red, Paula fue la que propuso que la construyéramos con cuerdas, haciendo nudos formando cuadraditos. Luca dijo que tenía que ser del tamaño de la puerta y la dibujó en el cuaderno de la asamblea, le pedí que también dibujara los nudos pero me dijo que no sabía dónde, a lo que Marcelo respondió que los nudos tenían que estar en los piquitos del cuadrado. Me preguntaron que si yo tenía cuerdas, y les dije que no que sólo tenía lana, entonces me respondieron que también servía porque se podía hacer nudos con ellas, y que también valían los cordones como los de nuestros zapatos y los lazos y que los traerían para empezar a construir nuestra red. Y en este punto del proceso nos encontramos, acudiendo a lo largo del mismo a las anotaciones que hacemos, a los acuerdos tomados, a las fotos realizadas para recordar en qué punto nos encontramos, salvando contratiempos, reconociendo errores que nos permiten seguir avanzando y, por supuesto, construyendo un conocimiento compartido en el que todas las aportaciones son válidas.